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Actualizado: 29 abr 2023

El cóndor andino (Vultur gryphus) es uno de los animales más emblemáticos de América del Sur. Este representante de la región andina es el nexo entre las naciones de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Se trata de un ave considerada como parte fundamental del acervo cultural y natural de los países donde habita; aunque, a pesar de esto, ha enfrentado durante décadas la amenaza continua por las actividades humanas y la pérdida de su hábitat. Esta ave se caracteriza por ser una de las más grandes en tamaño; sus alas poseen una longitud de aproximadamente de 3,5m y una altura corporal que puede oscilar hasta 1,5m. El cóndor se alimenta únicamente de carroña, es decir, de animales muertos en estado de descomposición, de tamaño mediano o grande. Debido a su alimentación, los cóndores comprenden una función vital para el mantenimiento y limpieza del ecosistema de las montañas andinas donde habitan.


Si bien se trata de un ave carroñera, esto no ha impedido que se generen conflictos con los ganaderos, ya que la percepción general es que el cóndor implica una amenaza para el ganado por ser un ave “depredadora”. Existe una gran desinformación entre los habitantes agropecuarios cuyas actividades son cercanas al hábitat de los cóndores. Las percepciones sociales en estudios realizados en la Sierra de Argentina, por ejemplo, demostraron que el 81,3% de la población estudiada consideraba la presencia de los cóndores como perjudicial, y 77,2% de ellos afirmaron haber tenido pérdidas de ganado a causa de las aves; a pesar de que el 67,5% no ha atestiguado los presuntos ataques, y solamente el 32,5% asegura haberlos presenciado. Por otro lado, el 14% de los encuestados admitieron haber cazado cóndores en vista de la “amenaza”. Aun así, en contradicción con estas cifras, el 63% pensaba que el cóndor debía ser conservado, mayoritariamente por su valor cultural y minoritariamente por su valor ecológico.


En Ecuador, el último censo del cóndor andino en 2020 reveló que existen 49 especímenes, un número alarmante considerando los riesgos por la caza furtiva, el declive de las especies de vertebrados endémicos de los cuales se alimenta y el envenenamiento. Además, el panorama se oscurece cuando se considera su baja tasa de reproducción, la cual contribuye a su vez a su poca variabilidad genética. El pasado mes de septiembre se registró la muerte del cóndor Iguiñaro en el parque Nacional Cotopaxi. El estudio de este cóndor comenzó con su rescate en la comunidad de Iguiñaro en abril de 2020, tras haber sido herido por un perdigón, fue rehabilitado en el zoológico de Guayllabamba hasta que fue liberado un mes después. Se atribuyen entre sus causas de muerte a la inanición y a una posible infección causada como consecuencia del previo ataque, lo que visibiliza la vulnerabilidad de esta especie en el país y la prioridad que debe dársele a su protección.


Hay mucho por hacer para salvar el futuro de los cóndores, pero el primer paso es educar e informar de manera oportuna a la población con respecto a la necesidad de conservar este animal, antes de que sólo sea posible ver a esta ave ecuatoriana únicamente en el escudo de la bandera nacional.



Fuentes consultadas:

Alarcón, I. (7 de Julio de 2020). 49 cóndores fueron observados en el norte de Ecuador. El Universo. Obtenido de https://www.eluniverso.com/noticias/2020/07/07/nota/7898427/condores-censo-2020-poblacion-silvestre-ecuador

Alarcón, I. (16 de Septiembre de 2020). Cóndor Iguiñaro murió por inanición; se investiga la presencia de un hongo. El Comercio. Obtenido de https://www.elcomercio.com/tendencias/causa-muerte-condor-iguinaro-inanicion.html

Arnulphi, V. B., Lambertucci, S. A., & Borghi, C. E. (17 de September de 2017). Education can improve the negative perception of a threatened long-lived scavenging bird, the Andean condor. Plos One. doi:https://doi.org/10.1371/journal.pone.0185278

Lambertucci, S. A., Trejo, A., Martino, S. D., Sánchez‐Zapata, J. A., Donázar, J. A., & Hiraldo, F. (14 de July de 2009). Spatial and temporal patterns in the diet of the Andean condor: ecological replacement of native fauna by exotic species. Animal Conservation. doi:https://doi.org/10.1111/j.1469-1795.2009.00258.x

Manzano-García, J., Jiménez-Escobar, N. D., & Cailly-Arnulphi, R. L. (2017). El Cóndor Andino (Vultur Gryphus): ¿predador o carroñero? Pluralidad de percepciones entre los saberes locales y el discurso académico en las sierras centrales de Argentina. El Hornero. Obtenido de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0073-34072017000100004&lng=es&nrm=iso

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Hoy en día es común escuchar que estamos en la era del “Big Data”, debido a la inmensa cantidad de datos generados en términos de volumen, velocidad y variedad. La Biología es parte de este cambio, lo que ha sido posible debido a nuevas tecnologías para obtener datos experimentales, el aumento de la capacidad de almacenamiento y procesamiento computacional, la reducción de los costos asociados a estos procedimientos, entre otros. Desde el año 2008 se ha visto que la cantidad de información genómica del mundo se ha duplicado cada 7 meses, y se estima que para el año 2025 se generarán entre 2–40 exabytes (1 exabyte = 1 millón de terabytes) de información solamente en el área genómica.


En este contexto entra en juego la Bioinformática, que se refiere al desarrollo y uso de algoritmos computacionales para entender procesos biológicos y estudiar la inmensa cantidad de información generada en Biología. No obstante, los datos que se generan actualmente superan la capacidad de análisis, por lo que existe una gran cantidad de información que se puede usar para crear nuevo conocimiento. Así, esta área de investigación juega un rol fundamental en países como Ecuador, donde los recursos para investigación son limitados y no se tiene acceso a equipos, reactivos y otras necesidades para desarrollar estudios de laboratorio. Además, la Bioinformática juga un rol fundamental en diferentes áreas como la agricultura, medicina y otros temas.


Sin embargo, la Bioinformática no ha sido un área de investigación que se ha potencializado en el país. De acuerdo a una revisión sobre la Bioinformática en América Latina en la que se obtuvieron datos del número de publicaciones sobre este tema de 20 países de la región, información obtenida de las base de datos Web of Science en el período de 1991-2016, en Ecuador se publicaron 15 artículos (0.71% del total de investigaciones publicadas en Latinoamérica durante este período). Además, en el estudio se realizó una normalización considerando la población de cada país y el porcentaje del producto interno bruto invertido en desarrollo e investigación, obteniendo para Ecuador un índice de 0.72, lo que nos ubicó en el puesto 18 a nivel regional. En otro estudio se hizo un análisis similar pero a nivel mundial, considerando el número de publicaciones de Bioinformática de la Web of Science disponibles hasta el 2019. En este período se observó que en Ecuador se publicaron 40 estudios. A pesar de que en los últimos tres años casi se ha triplicado el número de publicaciones en esta área de investigación, todavía estamos lejos de los estándares de otros países de la region y el mundo.


Como un esfuerzo para aportar con el desarrollo de la Bioinformática en el país, hace tres meses creamos el Grupo de Estudiantes de Biología Computacional del Ecuador, parte del Consejo Estudiantil de la Sociedad Internacional de Biología Computacional (ISCB-SC por sus siglas en inglés). Esta iniciativa busca promover el desarrollo de la Bioinformática en el país mediante la organización de eventos, talleres y otras actividades que permitan a los estudiantes interesados aprender sobre este tema.


De momento, el grupo está formado por quién escribe, Sebastián Ayala y Juan Zurita, estudiantes de Ingeniería en Biotecnología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) así como Stellamaris Sotomayor, Bióloga de la Universidad Técnica Particular de Loja. Nuestros tutores son Miguel Ángel Méndez, Profesor Agregado USFQ y Vinicio Armijos, Profesor Agregado Universidad de las Américas. Además, contactamos con investigadores de diferentes universidades del país que forman el comité directivo, y hace un mes abrimos la convocatoria para estudiantes que quieren unirse al grupo. De esta forma, hemos tratado de generar una red local con estudiantes e investigadores de diferentes universidades del país interesados en Bioinformática.


Además, hemos tratado de comprender la situación de esta área de investigación en el Ecuador. Para esto, realizamos una encuesta para explorar los intereses y formación académica de estudiantes universitarios e investigadores ecuatorianos que conocen o desean aprender sobre este tema. Hemos tenido alrededor de 250 respuestas de personas de todo el país. Algunos de los resultados preliminares han sido que la mayor parte de encuestados tienen formación académica en ciencias biológicas; los temas de Bioinformática con más experiencia son Filogenética y Genómica; hay interés en aprender sobre Bioinformática estructural, redes biológicas y circuitos genéticos; hay un nivel medio de experticia en lenguajes de programación, software bioinformático y bases de datos relacionadas con este tema; y existe inconformidad respecto a la enseñanza de Bioinformática en cursos de nivel universitario.


Otro proyecto en el que estamos trabajando es un podcast con temas de interés en Bioinformática. Actualmente estamos editando dos episodios, el primero sobre el RSG-Ecuador, nuestros objetivos y las actividades que hemos planeado; y el otro episodio sobre la situación actual de la Bioinformática en Ecuador, en el que hablamos con Francisco Flores, Profesor Agregado de la Universidad de las Fuerzas Armadas-ESPE. Pronto compartiremos por nuestros medios de difusión estos recursos.

Un aspecto esencial del grupo ha sido la colaboración con otros RSGs de la región. Desde el inicio, tuvimos el apoyo de integrantes de los grupos de Colombia y Argentina para crear esta inciativa. Debido a esto, hemos participando en la organización del 4to Simposio del Consejo Estudiantil Latinoamericano (LA-SCS) junto a miembros de los RSGs de Perú, Chile, Colombia, Argentina y Venezuela, mismo que tiene como objetivo mostrar las investigaciones en Bioinformática desarrolladas en Latinoamérica y expandir esta comunidad en la región.


De esta forma, a través del RSG-Ecuador queremos contribuir con el desarrollo de la Bioinformática en el país, brindar oportunidades de formación a estudiantes y contribuir con la creación de una comunidad con todos los interesados en este tema. Esperamos que este esfuerzo ayude a que más personas observen el potencial de la Bioinformática, y que con esto podamos contribuir con la solución de problemáticas locales para el desarrollo del país.


Si tienes dudas o sugerencia escríbenos a rsg-ecuador@iscbsc.org. Para más información sobre nosotros, por favor visítanos en nuestras redes sociales:

Fuentes consultadas:

Chasapi, A., Promponas, V. J., & Ouzounis, C. A. (2020). The bioinformatics wealth of nations. Bioinformatics, 36(9), 2963-2965. https://doi.org/10.1093/bioinformatics/btaa132

De Las Rivas, J., Bonavides-Martínez, C., & Campos-Laborie, F. J. (2019). Bioinformatics in Latin America and SoIBio impact, a tale of spin-off and expansion around genomes and protein structures. Briefings in Bioinformatics, 20(2), 390-397. https://doi.org/10.1093/bib/bbx064

Gharajeh, M. S. (2018). Chapter Eight—Biological Big Data Analytics. En P. Raj & G. C. Deka (Eds.), Advances in Computers (Vol. 109, pp. 321-355). Elsevier. https://doi.org/10.1016/bs.adcom.2017.08.002

Pal, S., Mondal, S., Das, G., Khatua, S., & Ghosh, Z. (2020). Big data in biology: The hope and present-day challenges in it. Gene Reports, 21, 100869. https://doi.org/10.1016/j.genrep.2020.100869

Stephens, Z. D., Lee, S. Y., Faghri, F., Campbell, R. H., Zhai, C., Efron, M. J., Iyer, R., Schatz, M. C., Sinha, S., & Robinson, G. E. (2015). Big Data: Astronomical or Genomical? PLOS Biology, 13(7), e1002195. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.1002195


Imágenes:

Adobe Stock

Sebastián Ayala, Juan Zurita, Stellamaris Sotomayor, Miguel Ángel Méndez, Vinicio Armijos (Perfil docente UDLA)

Diana Mollocana, www.nubedepalabras.es

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Actualizado: 29 abr 2023

En este Blog, Jhommara Bautista, miembro de la comunidad SciArt LATAM, relata su experiencia personal combinando los mundos de arte y la ciencia. Ella compatibilizó sus dos pasiones al comunicar ciencia de manera creativa. Su pasión por el arte la ha dotado de habilidades como la creatividad, enfoque, confianza y perseverancia. Las cuales le han sido útiles, tanto al investigar en el laboratorio como al tocar instrumentos o realizar una obra gráfica.


Acercarme al arte desde niña ha sido un regalo. Me ha permitido expresar lo que pienso y siento a través de algunas de sus diferentes expresiones, como la música, el dibujo y pintura. Este regalo ha sido de vital importancia al momento de alcanzar habilidades denominadas blandas, pero necesarias para el trabajo objetivo en ciencias, como el reconocimiento de mis propias emociones, habilidad inventiva, seguridad y asiduidad.


El pensamiento creativo es sin duda alguna, clave al momento de pintar, dibujar, tocar instrumentos musicales, cantar, o simplemente al apreciar una obra, pero también frente a situaciones en las cuales es necesario hallar soluciones, o diseñar nuevos proyectos o estrategias. También en esas circunstancias, la creatividad me ha permitido no solo ver las cosas desde diferentes perspectivas, sino también actuar y pensar rápidamente. Esto es posible porque el equilibrio entre la escucha de ideas variadas y el discernimiento de cómo estas contribuyen en la obra en general es lo que mueve la consecución de objetivos.


Lo que no se visibiliza no existe y lo que no erra en un inicio, tampoco existirá


Muchas veces para un creador, ya sea artista o científico, es dificil compartir con otras personas el fruto de su trabajo. Puede ser por temor a la crítica, permanencia en la zona de confort o simplemente porque no sabemos como hacerlo. Sin embargo, el momento en el que nos atrevemos, podemos generar un impacto no solo en otras personas, sino en nosotros mismos. Cuando me atreví a mostrarle al mundo por primera vez la música que toco y las obras gráficas que hago, fue cuando construí confianza y amor propio, las cuales han sido el pilar de mis primeros pasos en el mundo científico. Lo mismo aplica cuando desarrollo un proyecto o escribo un artículo, pues me permito salir de mi comodidad, al saber que existe la posibilidad de que reciba correcciones o de que simplemente los editores o revisores no acepten el manuscrito. Sin esa consciencia de esta realidad no podría desempeñarme en mi profesión.


A veces pasa, por ejemplo, que basamos nuestra confianza como creadores en la ausencia de error y esto puede ser igualmente limitante, porque nos concentramos en resultados individuales y no en procesos. En mi primera lección de piano, imaginé que podría interpretar el Opus 9 de Chopin, sin darme cuenta que en realidad eso tomaría tiempo, dedicación y pasión. Estas tres cosas son el puente que concluyen en realización y éxito, en sueños materializados. Hoy en día, al ser capaz de tocar esos 3 nocturnos, recibo inspiración para seguir creando. Esto llevado al mundo competitivo en el que vivimos, me confirma que la perseverancia es base para la superación personal y profesional.


El arte está en todas partes y la ciencia también


No es necesario un ojo experto para reconocer que el arte no solo viene de nuestras manos sino que existe en la naturaleza en diferentes formas, como la biodiversidad microscópica y los fenómenos atmosféricos.


El primer paso para un científico y para un artista es inspirarse precisamente en ese arte que ya existe. El artista pintará un paisaje, o escribirá una canción inspirada en la belleza. El científico percibirá esta belleza y se preguntará ¿por qué?. Creará una bitácora de investigaciones, y comenzará a registrar lo que ve.


Precisamente, la mejor forma que he encontrado para guardar el arte de la naturaleza, ha sido capturarlos a través de mi cámara, para luego compartir dicha belleza con los demás. Y es que un momento no sería del todo especial sin compartirlo. Esa reflexión me la llevé a las Biociencias.


Un arte un poco diferente


Uno de mis lugares favoritos es el laboratorio. El encanto de este lugar parte desde que imagino que voy a crear una nueva obra de arte, pero en otro escenario y contexto, con otros materiales. La experiencia mejora cuando empiezo a visualizar el resultado como si de un lienzo se tratara, y comienzo a idear cómo podría alcanzar ese resultado, cómo resolver el reto que se me presenta. Y el encanto se materializa al estudiar a los microorganismos y descubrir qué necesitan o qué dificulta su crecimiento; o al identificar qué son capaces de producir y cuan eficientes serán al optimizar ese proceso.


Hace un tiempo pensé e como podría combinar mis dos pasiones: el arte y la ciencia. En el proceso descubrí que estas dos no están desalineadas, porque el arte se encarga de transmitir los mas profundos sentimientos y emociones, mientras que la ciencia se encarga de explicarlos y razonarlos.


Quienes hemos tenido la oportunidad de ver la vida desde ambos escenarios podemos comprender que tanto artistas como científicos somos creativos. Ambos observamos cuidadosamente nuestro entorno para recopilar la mayor cantidad de información a través de los sentidos. Entendemos el mundo desde un modo más abstracto, pero también más libre, ya que proponemos ideas innovadoras con el fin de que nuestras creaciones puedan inspirar y mejorar la vida de los demás.


Así es como llegue a la conclusión de que un científico sin arte no puede llegar a ser un científico de verdad. Por ejemplo, en un artículo científico no solo es relevante la precisión de la información escrita, sino también el arte asociado al mismo, como las ilustraciones creadas para explicar su contenido. Para mí la ciencia debe ser compartida y universal, la mejor forma de hacerlo es reconociendo que sin pensamiento creativo no hay solución para retos científicos.


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